jueves, 15 de octubre de 2015


LA DIALOGICIDAD COMO SUPUESTO ONTOLÓGICO Y EPISTEMOLÓGICO EN PSICOLOGÍA SOCIAL.

La dialogicidad es un concepto aun poco discutido, debido a su complejidad, en el campo de la psicología social, la dialogicidad no puede ser definida solo con el ego y el alter como nociones abstractas o esquemáticas, sino con sus manifestaciones concretas. Ambas perspectivas expresan una tendencia epistemológicas aún en proceso de consolidación. En otras palabras corroboran un entramado teórico conceptual, cuyos hilos  se originan en diferentes puntos, destacando el llamado “giro lingüístico” en filosofía y en ciencias Humanas y Sociales, y en las reflexiones proporcionadas por el posestructuralismo y por el construccionismo social, en dialogo con las repercusiones actuales de la psicología implicada en el marco histórico cultural.
El movimiento conocido como “giro lingüístico” empezó en la segunda mitad del siglo xx, bajo la influencia de la filosofía del lenguaje tales como Gadamer (1981), Ricoeur (1986) Wittgenstein (1979), quienes han colaborado para un cambio de perspectiva en la aproximación al lenguaje en el debate filosófico. La antología es un campo del conocimiento que se dedica a la investigación y comprensión de la naturaleza, del mundo, del ser humano, es decir, de  todo lo que existe o que estructura  realidad.

El acto de representacional y la triada dialógica

Es un concepto polisémico en el campo de las ciencias humanas y sociales, para algunas teorías, en especiales en la psicología cognitiva, la representación está asociada a modelos basados en el procesamiento de la información y en el estudio   de la “metáfora computacional” de la inteligencia artificial. Tales esfuerzo han producido o reforzado de acuerdo con Jodelet (2005) la concepción de los procesos mentales desprendidos de los lazos sociales. En esta perspectiva, los saberes, es decir las representaciones, son estudiadas a partir de sus estructuras diferenciadas sus contenidos y formas saber procedimental lo que enfatiza la importancia de la memoria.
Cuando hablamos de un “saber” o una “representación”, nos referimos a algo que tiene un carácter referencial y constructivista. Lo referencia remite siempre  a la representación de un objeto, es decir, ocupa el lugar de alguna cosa, representa algo; y, en este sentido también construye y reconstruye la realidad.

Ser humano, ser social

La pedagogía de la liberación defiende una concepción de ser humano y de la experiencia vital vinculada a lo inacabado o incluso, donde hay vida, hay inacabamiento, posibilidad de cambio y de ser más. A medida que el ser humano desarrollo habilidades, el soporte se ha convertido en mundo, y la vida se ha convertido en existencia.
En el momento en que los seres humanos, interviniendo en el soporte, han ido creando el mundo intentando el lenguaje con el que pasaron a nombrar las cosas que hacían con la acción sobre el mundo, a medida que se han ido habilitando para entender el mundo y crearon, en conciencia, la necesaria comunicabilidad de lo comprendido, ya que no ha sido posible existir sin asumir el derecho y el deber de potar de decidir, de luchar, de hacer política. La existencia humana el lenguaje, la cultura y la comunicación, de forma mucho, más profunda que la vida. Para teorías, el ser humano, como ser de relaciones con otros y con el contexto donde vive, es capaz de aprehender la realidad y de actuar sobre ella. Lo que lo diferencia de otros seres es, específicamente, su capacidad de dar respuestas a diversos desafíos que la realidad le impone.

La dialogicidad y la posibilidad de cambios o transformación social

La dialogicidad para ambas perspectivas aparece como una cuestión existencial, la trs afirman que el origen del lenguaje y del pensamiento es social, establecido a partir de las relaciones, la pedagogía  de la liberación, a su vez, dice que el dialogo, o la dialogicidad, es el punto de partida de lo humano es el movimiento constructivo de la conciencia. Es el dialogo, “el que fenomeniza e historiza la esencial intersubjetividad, él es relacional, y en él, nadie tiene iniciativa absoluta.
Según Freire, podemos así encontrar un ser humano adoptado y acomodado a su realidad, como un ser humano integrado, es decir un ser sujeto. En esta afirmación hay una dicotomía entre hombres mundo. Son sujetos en el mundo, y no con el mundo y con los otros. La etnicidad de la existencia reside justamente en el reconocimiento del “otro” como distinto del “yo”, estableciendo relaciones dialógicas, constructivas y de conversión. Toda nuestra postura implica una dimensión ética. Y nuestra ética se diferencia según nuestra actitud relacional hacia el otro toda vez que es en la convergencia del encuentro que se devela nuestro horizonte ontológico.

 Por otra parte, “nadie es ético para sí mismo; somos éticos en relación con los otros. En este mismo sentido, hablar de ética, según Guareschi (1998 y 2008), es hablar de justicia. La ética, desde Aristóteles, es comprendida como justicia. Y la justicia, a su vez, es comprendida como relación, pues nadie puede ser justo en soledad. “Es en la relación con el otro que nos tornamos, o no, justos. Así, ser ético, ser justo, significa que mi acción que siempre es en relación con otros es correcta, pues no hiere los derechos de nadie. Hablar de ética, por lo tanto, siempre es hablar de ética de las relaciones. 

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